El Cabildo crea la marca Tenerife Rural, para que los consumidores puedan reconocerlas y apostar por los productos locales.
El Cabildo de Tenerife quiere conservar y promover el cultivo de las cinco variedades tradicionales de cebolla que existen en la isla. Para ello, ha creado el sello de calidad Tenerife Rural, para que los consumidores puedan apostar por los productos locales.
Las variedades locales de cebolla son las de Guayonje, que se cultiva tradicionalmente en Tacoronte, El Sauzal y los pueblos de Tejina y Valle de Guerra, en La Laguna; Los Carrizales, Masca y San Juan de la Rambla, la última de las cuales es la única amarilla, mientras que las otras son rosáceas o rojizas.
La producción y venta de estas cebollas es enorme porque en Tenerife la superficie cultivada está en torno a las 120 hectáreas, en las que se producen unas tres mil toneladas de cebollas, tanto locales como de las llamadas comerciales.
La actual producción de todo tipo de cebollas en Tenerife supone aproximadamente el 35 por ciento del abastecimiento de la isla, explica la técnico Catalina Tascón.
Domingo Ríos, jefe de servicio, manifestó que el objetivo de la marca es diferenciar la cebolla de la isla, que tiene unas características especiales.
En Tenerife se produce una pequeña cantidad de cebollas locales, por lo que se trata de ganar cuota de mercado de un producto que en algunos casos tiene características únicas en el mundo, explica Ríos.
Catalina Tascón comentó que hace doce años comenzó el estudio de las variedades locales de cebolla, un producto originario de Asia central que al parecer se introdujo en Canarias después de la conquista, pues no hay referencias de la época prehispánica.
Recordó que se trata de un producto que está muy ligado al paisaje, al territorio y a las costumbres y además las cebollas locales son tanto o más productivas que las comerciales.
Se trata de una cebolla dulce, con un periodo relativamente corto de producción, pues estas variedades se producen desde finales de abril hasta agosto.
Catalina Tascón dijo que lo primero que llama la atención es que sólo una de las variedades es amarilla y añadió que son muy frescas y tienen un muy buen equilibrio entre los azúcares que las componen y el picor que producen.