TIENE UNA VIDA DE DOS SEMANAS, JUSTO EL TIEMPO EN QUE SE PUDREN LOS TOLámpara de tomates 1MATES.

Sigal Saphiro, una estudiante israelí de diseño, ha creado la “lámpara-tomatera”, que ha causado una gran repercusión en el mundo del diseño ecológico.

La lámpara se ha presentado en la Feria de Diseño Mobiliario de Milán donde despertó gran expectación y eco mediático. Su autora forma parte de un proyecto denominado d-Vision, con sede en la ciudad israelí de Herzeliya, que promueve becas y estudios de posgrado en diseño industrial.

El métdo de funcionamiento de lámpara es bastante sencillo: se necesitan doce tomates a los que se les ha introducido dos metales, cobre y zinc. Es a partir de ahí donde se produce una reacción química favorecida por los ácidos del fruto. Los tomates hacen de baterías de una lamparita que está recubierta de oro para lograr una óptima conducción.

El proyecto de Saphiro trata de mostrar que con la tecnología lumínica LED no se necesita gran cantidad de energía, sino tan solo kilo y medio de tomates.Lámpara de tomates 2

El diseño lleva el nombre de Still Light, un juego de palabras que procede de la voz en inglés Still Life, que significa naturaleza muerta y sirve para designar a los bodegones. “La parábola viene a ser ‘capturando la vida de algo que va  morir’, y en este caso, capturamos la energía de algo perecedero, pues los tomates se pudren y dejan de servir en un plazo de dos semanas”, explicó la creadora.

Las propiedades ácidas del tomate son bien conocidas, pero nadie se podía haber imaginado que esta verdura podría servir para iluminar una habitación, hasta ahora.

Su autora descarta cualquier relación del innovador diseño con los avances en agricultura e ingeniería genética, disciplinas punteras en Israel.

Técnicos agrícolas han comentado que de emplearse tomates producidos en La Aldea, las dos semanas de vida de la lámpara podrían incrementarse en unos trece días más. La razón radica en la larga vida del tomate producido en esta zona en el que además intervienen unas condiciones climatológicas que inciden en las propiedades necesarias para generar electricidad.

El tomate local “funcionaría como la versión de una batería alcalina, aumentando la duración en el tiempo de su potencial de acumulación”, aseveran los técnicos consultados.

Sea como fuere, la lámpara trasciende lo meramente estético para convertirse en un potencial exponente de iluminación funcional y ecológica.