RECOLECTORES ESPONTÁNEOS ACABAN CON LAS EXISTENCIAS EN EL MUNICICochinillaPIO.

Mientras hay quienes opinan que “la agricultura” no es la salida a la crisis, hay quienes han encontrado en el sector primario una alternativa a su situación económica y laboral. Un “cultivo” ya abandonado vuelve a cautivar a recolectores atraídos por el precio de la cochinilla.

Comenzó siendo una anécdota, pero el precio del kilo de cochinilla, oscila entre los 5 y los 7 euros en fresco, ha supuesto que un número considerable de personas se hayan dedicado a la recolección de este insecto que solo prolifera en las pencas de las tuneras.

En La Aldea, al igual que en casi toda Canarias, la cochinilla se dejó de recolectar a mediados del pasado siglo. Sin embargo, el insecto no se erradicó. Pequeñas colonias de cochinilla se mantenían en tuneras de difícil acceso, hasta el punto que volvieron a invadirlas con el abandono de los tunos.

Para que la cochinilla prolifere también hay que “cultivarla” y dispersarla por las pencas “con jeito” según Andrés Suárez, antiguo recolector. La cochinilla es delicada y con poco se pierde, no se la puede pegar en pelota porque la de abajo se asfixia, relata Suárez. Recolector

La actividad de la cochinilla en estos tres meses solo se ha centrado en su recolección y no en su “cultivo”. Por ese motivo la gran mayoría de la cochinilla presente en el valle de La Aldea ya ha sido recolectada. Esto no ha desanimado a los eventuales trabajadores.

Unos en solitario y otros en cuadrilla, apostados con gorra, largas cucharas y pequeñas bandejas recorren en estos días diversos puntos de Tasarte y Tasartico, llegando incluso hasta Veneguera, como nos relató Manuel Rodríguez.

Agroaldea solo ha podido conocer dos puntos de entrega en La Aldea, cuyos receptores prefieren mantener el anonimato. Estos, una vez entregada la cochinilla fresca, proceden a traspasarla a quienes se encargarán de su secado, momento en el que la cochinilla alcanza su mejor precio, oscilando el kilo entre los 60 y 80 euroso.

La industria cosmética y la alimentaria son las principales demandantes de cochinilla para emplear como tinte o colorante, evitando el empleo del sintético. Algunas fuentes consultadas aseguran que ésto se debe a la exigencia de los consumidores por contar con productos lo más naturales posible.

Recolección de cochinilla tradicional.

Para realizar la recolección se ayuda de un utensilio llamado “cuchara”, consistente en un receptáculo de hojalata de boca ovalada, de unos 10 cm de largo por 6 cm de ancho (medida que varía de un cosechero a otro) y fondo embudado, con mango en posición perpendicular de medio metro de longitud más o menos y de unos 3 cm de grosor, generalmente de “pírgano”, nombre con el que se conoce al nervio central de la hoja de la palmera.

Con esta herramienta se desprenden los insectos que pasan a la cuchara con un suave movimiento de raspado de la tunera, dejando aquellos insectos que no han adquirido la madurez suficiente, dejándolos para una posterior recolección. Durante el paso de la cuchara por la penca se coloca una pequeña milana bajo la tunera para evitar que los granos que no caen dentro de la cuchara caigan al suelo.

Una vez llena la cuchara se vierte su contenido sobre la milana o “mina”, tratándose de una bandeja de forma rectangular, de hojalata, con unas dimensiones aproximadas de 30 a 35 cm de largo por unos 20 cm de ancho, y de unos 6 a 8 cm de alto. Una vez que la “mina” se ha llenado se pasa el contenido a un cubo o “balde”.

Como nota curiosa indicar que para obtener un kilo de cochinilla seca se necesitan entre 3 y 3,5 kg de cochinilla viva o fresca.