LO QUE PARECÍA SER UNA CATÁSTROFE SE HA CONVERTIDO EN UNA OPORTUNIDAD.

La llegada de la Tuta Absoluta a la isla de Ibiza puso en jaque a agricultores y administración a la hora de hacer frente a una plaga sin precedentes. Su rápida expansión por este territorio insular y la escasez de medios en su lucha hicieron desistir tanto a agricultores como administración en su control. La Tuta ganó la primera parte de la batalla.

En 2009, la plaga de la polilla del tomate desesperó, aún más, a los agricultores ibicencos que aún seguían apostando por este cultivo: «Al precio que estaba el tomate no valía la pena ni tratarlo con productos químicos ni estar encima de la tomatera. Cuanto más hacías, más perdías», declaraba Pep Palau.

Pero en 2010, cambió la situación. Lo que estaba cantado sería una catástrofe se convirtió en una oportunidad de negocio: los precios son más atractivos, las temperaturas hasta el verano no han perjudicado a la planta y, lo más importante, se ha frenado el avance de la Tuta absoluta gracias a la aparición de compuestos y auxiliares más efectivos contra esa plaga: «De momento, los niveles de infestación son mínimos o bajos y están bajo control. Bien es cierto que el mayoritario abandono del cultivo mermó la proliferación de la plaga“, dijo Palau.

El gerente de Agroeivissa confirmó que: “Llevo los controles en el almacén y las incidencias por Tuta no tienen nada que ver con las del año pasado, cuando se solapó otra plaga, la cariosis, un ácaro que dejaba el sistema foliar de la tomatera como si se hubiera ido a es Cavallet a tomar el sol».

Paralelamente, y a la vista de lo sucedido hace un año, los payeses (agricultores) decidieron sembrar menos tomate, lo que ha permitido, gracias a la menor oferta, mejorar el precio de venta. «Hasta mayo se pagó, en general, un 15 ó 20% por encima de los precios del año pasado –señala el gerente de Agroeivissa–. A eso también ha ayudado que la zona de Almería tuvo problemas con el clima, con la lluvia, y no ha habido las producciones previstas de tomates».

Algo parecido con el tomate ha ocurrido con el pimiento italiano: «El año pasado tiramos barbaridades de pimientos italianos. Había mucho sembrado en la isla y no se pudo colocar. Este año, que se ha sembrado menos, falta. El mercado de aquí es muy local, muy influenciable. Si un año se coloca mal un producto, al año que viene se siembra menos de eso».

Así, en 2009 se vendieron, en total, 17,5 toneladas de esa hortaliza a 0,61 euros el kilo de media, mientras que en lo que va de temporada (no acabará hasta entrado el otoño) Agroeivissa ya ha colocado 12 toneladas a 0,83 euros.

De alguna manera, esta situación viene a confirmar que la planificación en los cultivos de mercado interior es fundamental a la hora de buscar beneficios evitando inundar los mercados de un exceso de oferta. Son principios fundamentales de economía que a algunos agricultores les es muy difícil de compatibilizar.