La peor parte se la está llevando el transporte que invierte tres horas en trasladar la fruta al muelle.
Dice el refrán que ‘a perro flaco todo son pulgas’ en clara alusión a que las desgracias nunca vienen solas. Y eso es lo que ya está padeciendo el sector del tomate aldeano, principal motor de la economía del municipio.
Si la campaña pasada resultó pésima, la incertidumbre y el escepticismo marcan la presente con elementos importantes, como el Brexit, los precios o los contingentes marroquíes, que condicionarán la misma.
Sin embargo, si algo caracteriza a este sector es el optimismo con que afrontan cada nueva campaña, digno de admiración. Pero este optimismo se ha visto truncado de manera implacable con el cierre de la carretera GC 200 en su tramo entre La Aldea y Agaete.
Este cierre está afectando al transporte de la fruta hasta el muelle de La Luz. El recorrido que hasta hace dos semanas se realizaba por el Norte, con una duración de una hora y media aproximadamente, ahora debe hacerse por el Sur pasando de la hora y media a las tres horas o más.
Uno de los chóferes de la cooperativa Coagrisán, Juan Luis Suárez, relata que el viaje al muelle se ha convertido en un suplicio. Ahora todo el tráfico lo absorbe el tramo del sur, al que hay que añadirle los vehículos de alquiler y ciclistas que complican mucho la ruta.
Normalmente solemos transportar unas veintidós toneladas y, aunque los camiones son nuevos, la estrecha carretera y curvas cerradas nos obligan a invadir el carril contrario en numerosas ocasiones. Los conductores del Norte ya estaban acostumbrados a los camiones y se detenían para facilitar la conducción. Por el sur esto es imposible. Los ciclistas también fuerzan la tracción y el motor cuando no se les puede adelantar, indica Suárez.
A la complejidad de la conducción se añade el volumen del tráfico. Si bien hasta Mogán y Juan Grande suele haber fluidez, de Arinaga a Las Palmas es raro que podamos hacer el trayecto en menos de hora y media. Los atascos provocados por accidentes son constantes en este tramo, agrega Juan Luis.
Cuando hay barco el tiempo es fundamental. La estiba tiene un horario pactado de antemano que hay que cumplir y el tomate de La Aldea siempre está en desventaja. Hasta ahora más menos lo teníamos controlado, pero ya empieza a haber fruta que no llega a tiempo al barco y se queda en tierra. Además, hay otro factor importante que es el relativo al tacómetro. Por el Norte podíamos hacer los viajes completos. Ahora, el tiempo que hay que invertir por el sur nos obliga a parar antes de terminar los viajes, concluye Quintana.
El gerente de Hortícola Aldeana, Antonio Angulo, apunta que esta situación empieza a dar ‘serios dolores de cabeza’. Si ya la distancia dentro de la isla es un factor que juega en nuestra contra, abundar en esta ‘doble insularidad’ comienza a pasar su factura.
Tenemos problemas para trasladar toda la fruta al muelle cuando hay barco. Incluso cuando usamos los contenedores también estamos llegando con retrasos importantes. El cierre de la carretera solo supone gastos extras derivados del transporte (combustible, motores, jornadas) y del tiempo que hay que invertir en una ruta que se incrementa en 43 kilómetros, manifiesta Angulo.
Probablemente, si está situación se prolonga en el tiempo, coincidiendo con un mayor volumen de tráfico en las fiestas navideñas, la zafra aldeana se resentirá de manera considerable ya que como dice otro refrán ‘barco en varadero, solo pierde dinero’. Y desde luego, este denostado sector no está para seguir perdiendo dinero.