Estimado Sr.,
Quizás usted no haya tenido que afrontar nunca en su dilatada trayectoria política una situación semejante a la actual, en la que se ve obligado a dar respuesta a la sociedad que le apunta a usted, como responsable de que siete mujeres arriesguen su salud, con las consecuencias que ello conlleva, declarándose en huelga de hambre por unas ayudas que no han cobrado y el departamento que usted dirige, les adeuda.
En primer lugar, permítame aclararle algunas cuestiones que, a la luz de las declaraciones que hace, los sesudos asesores que están en su entorno y que le preparan los argumentarios de defensa, usted no ha tenido en cuenta.
Las siete magníficas mujeres que se han declarado en huelga de hambre, por cierto de diferentes edades y situaciones, tienen algunas cosas en común. Cuando nacieron y fueron creciendo, aprendieron a gatear no en casa, ni en la guardería, sino en una caja en medio de los surcos de tomate, desarrollando así, porque no había otra –bajo la lluvia o el sol- una relación estrecha con sus padres, impregnándose de los valores que ellos tenían: la palabra es una sola y un acuerdo se cierra con un apretón de manos, etc.
Probablemente, todavía no sabían leer. Pero ya habían interiorizado la cultura del esfuerzo, ya sabían ordeñar una cabra o ir a buscar la leche a la cuadra para poder desayunar. En aquella época no había supermercados y en casa había que cultivar la mayor parte de lo que se comía, respetaban a las personas mayores y cuando se encontraban con alguna, le pedían la bendición.
Aprendieron el valor de la tierra y el agua como elemento de producción, y eso le costó un buen lío a algún ministro aún en la época de Franco; eso forma parte de su adn.
En su momento a ellas se les dijo que para tener futuro, como plan de viabilidad, tenían que modernizar sus explotaciones pasando de producir de 10 a 20 kilos por metro cuadrado. Y lo hicieron, gastando 200.000€/ha, dinero que ellas ponían previamente (hipotecando todo lo habido y por haber), y su departamento pagaba con fondos europeos parte de la inversión realizada. Pago que le recuerdo, hasta el día de la fecha no se ha realizado, por una más que deficiente gestión del organismo pagador.
También les dijeron que, como consecuencia de hacer esas inversiones, se les iba a pagar puna ayuda por hectárea, que iba desde los 20.000€ el primer año, hasta los 7.000€ el último año, 2014. El primer año el gobierno cumplió a duras penas y con retrasos. A partir de entonces, los siguientes nunca ha cumplido con la cantidad acordada. Estas mujeres creyeron al gobierno.
El pasado viernes, cuando usted se reúne con ellas y les dice que “técnicamente el gobierno no les debe nada y que, a lo sumo, lo que tiene es gobierno es una deuda moral”, lo que ha conseguido es encender más los ánimos. Entonces le preguntan a usted, que es un hombre que procede de la banca, ¿qué tipo de interés tiene la deuda moral?. Moral y político, ¡uf!. Son dos conceptos distantes. Por regla general la moral es un valor más bien a la baja en los tiempos que corren.
Nos dicen por lo bajini que quizás el tomate no es un cultivo competitivo y que, además, usted solo lleva en esta consejería desde el año 2011, cuestión que es cierta. Pero cierto es también que usted defiende y asume a pies juntillas lo que defiende el autor de dicho Plan.
Si se equivocó mandando a la gente al abismo de la ruina, ¿por qué no les exige responsabilidades al susodicho?. Usted, al actuar de esta manera, tiene tanta responsabilidad como él.
Debe sugerirle a los sesudos asesores que le preparan el argumentario, que pisen un poco más el terreno para que se den cuenta de los que verdaderamente hay. En lugar de ver enemigos por todas partes, de lo que se trata es de que usted asuma lo que debe, que diga cómo y cuándo va a pagar y si el año que viene se verán en la misma situación. Así de simple.
Por último, he de reconocerle que en este conflicto, usted está en franca desventaja, porque cada día que pasa atrae para sí más rechazo.
Mientras, estas siete valientes han recogido en dos días, de manera espontánea, más de 1.500 firmas de apoyo; mientras la televisión de su gobierno ignoraba la noticia, las redes sociales ardían; mientras su gobierno le negaba el uso de los aseos públicos, los vecinos de la zona les ofrecían los baños de sus casas; mientras el 112 ponía pegas para acudir, una médica y una enfermera voluntarias intervinieron.
Piense señor consejero que cuando una de ellas tuvo que ser evacuada a punto del coma hipoglucémico, engarrotándosele los dedos y con escozor en todo el cuerpo, solo pensaba en regresar con sus compañeras. Esa entereza, esa fuerza moral, esa convicción, ese coraje, ese espíritu de sacrificio llama la admiración de la sociedad porque no se ve todos los días. Y atrae el cariño y la solidaridad, no solo del conjunto de los agricultores sino de todos los canarios.
Es mi deseo que usted no busque fantasmas donde no los hay, sino que reaccione. Que suba un escalón en su escala de valores y se ponga a la altura de estas valientes y resuelva la situación.
Le saluda atentamente, Rafael Hernández,
Presidente de COAG Canarias.