Cinco históricos del tomate canario de exportación llegan a esta conclusión en una jornada en la que ultiman los preparativos del 130 aniversario del sector.
El día en que se jubilaron les queda ya muy lejos, pero cada vez que escuchan la palabra tomate, el cuerpo se les estremece, como si necesitaran saber de dónde llega la información y qué es lo que se dice en ella.
Ellos son Francisco Cruz, Victorino Valido, Sebastián Mayor, Silvestre Angulo y Luis Peñate. Todos juntos suman más de 400 años y sus vidas han estado ligadas al tomate canario de exportación.
Con motivo de la celebración del 130 Aniversario de la actividad, se están realizando una serie de reuniones preparatorias en las que tienen un protagonismo fundamental todas aquellas personas que, directa o indirectamente, han vinculado sus vidas profesionales al sector del tomate.
En esta ocasión, el grupo participante se le conoce como el de los ‘históricos’. Vivieron momentos dulces y amargos, en ese vaivén constante en el que ha transitado la historia del tomate canario. Sin embargo, todos coinciden en destacar que ‘nunca permitimos que pudieran acabar con nosotros’.
Sebastián Mayor fue el portavoz de la Comisión Regional de Agricultores de Canarias que, allá por la década de los 80 del pasado siglo, luchó para evitar el establecimiento de los precios de referencia, cuando se negociaba la adhesión de España a la CEE, que perjudicarían de manera irreversible a la agricultura canaria.
Victorino Valido fue uno de los productores que cultivó en los llanos de La Mareta, en Telde, justo donde hoy se encuentra el área comercial. Asimismo, era ‘uno de los fijos’ que acudía a Madrid a negociar los cupos que ‘los peninsulares se saltaban constantemente’.
Silvestre Angulo es el único y más antiguo representante de una empresa familiar que continúa desarrollando la actividad en La Aldea de San Nicolás. Su padre comenzó a cultivar en el año 1931, asociado con el británico Mr. Pilcher. Los tomates de Hortícola Aldeana han gozado de un prestigio excepcional en Reino Unido, Holanda y Noruega, entre otros países.
La faceta profesional de Francisco Cruz ha estado ligada al transporte. Desde el año 1944 y hasta finales de la década de los 90, Cruz ha sido el máximo responsable y conocedor de los entresijos de las navieras que operaban en el Puerto de La Luz. Describe de memoria cada uno de los barcos de las distintas compañías y el sistema de refrigeración que usaban para el transporte de la fruta.
Luis Peñate desempeñó el papel de receptor en los puertos de destino; primero en Reino Unido y después, junto a su hermano, en Holanda donde se jubiló. Peñate recuerda el prestigio y la demanda del tomate canario por su calidad. Se vendía muy bien en una época en la que la competencia era poca, señala Luis Peñate.
Todos ellos han sido testigos de una época en la que el transporte del tomate y otras hortalizas, tanto a Reino Unido como al continente, empleaban siete barcos a la semana, uno cada día. También coinciden en señalar que la actividad permitió crear muchos puestos de trabajo y ‘matar mucha hambre’, así como el desarrollo de muchos pueblos de Gran Canaria y otras islas.
Lo que ha sucedido con el tomate canario no tiene nombre. Los responsables políticos han permitido su desmantelamiento y que otros competidores hayan tomado ventaja. No evitar su desaparición sería una irresponsabilidad tremenda, manifiesta este grupo de históricos.
Dentro del programa de actos del 130 Aniversario que se dará a conocer en breve, en el apartado ‘Conversando con…’ los interesados por conocer más de la semblanza de cada uno de ellos, podrán participar de esta actividad que se desarrollará en varios escenarios.