El zinc es un micronutriente clave para diferentes funciones en el cuerpo humano.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) han diseñado un sistema de cultivo para aumentar los niveles de zinc en las cebollas y mejorar así la ingesta diaria de este mineral, esencial para la actividad de enzimas involucradas en funciones metabólicas, bioquímicas, inmunológicas y clínicas.
El zinc es un micronutriente clave para diferentes funciones en el cuerpo humano, que se ven afectadas por la deficiencia de este mineral. De hecho, se estima que alrededor de un tercio de la población del mundo sufre esta carencia nutricional y se está extendiendo a países desarrollados, especialmente en Europa.
En el trabajo, cuyos resultados publica la revista ‘Scientia Horticulturae’, se analizaron los efectos de diferentes fertilizantes de zinc, de origen sintético y natural, en cultivos de cebolla bajo condiciones de invernadero. Los autores recuerdan que el problema de la malnutrición mineral puede ser abordado con el incremento de la biodisponibilidad de elementos minerales en cultivos comestibles.
Las estrategias agronómicas para aumentar las concentraciones de elementos minerales en los tejidos vegetales comestibles se basan generalmente en la aplicación de fertilizantes y/o en la mejora de la solubilización y movilización de los elementos minerales presentes en el suelo.
La biofortificación es un enfoque relativamente nuevo que tiene como objetivo mejorar el contenido de micronutrientes en los alimentos de origen vegetal de primera necesidad para mejorar el estado nutricional de la población.
El aumento de micronutrientes en los cultivos se puede llevar a cabo mediante los métodos convencionales o métodos de ingeniería genética. La biofortificación agronómica a través de la fertilización aplicada sobre suelos, semillas y/o hojas ayuda a aumentar el contenido en nutrientes de los cultivos sin modificar la composición genética de los mismos.
En este asunto lleva tiempo trabajando el grupo de investigación Contaminación de Agroecosistemas por las Prácticas Agrícolas de la UPM, que en esta ocasión probaron la efectividad de hasta ocho complejos orgánicos de zinc y la eficacia de las distintas fuentes se evaluó principalmente en términos de rendimiento y de concentración de zinc en planta, aunque también se estudiaron otros parámetros como el contenido en carotenoides y clorofila.
Se determinaron, además, las concentraciones de zinc que quedaron en el suelo después del cultivo y a qué fracciones del suelo se encontraba asociado el micronutriente, así como la influencia de diferentes parámetros del suelo como el grado de acidez y el potencial redox en la efectividad de los diferentes fertilizantes de zinc.
La aplicación de los complejos orgánicos de zinc al cultivo de cebolla mejoró tanto el rendimiento como la concentración de zinc en las plantas y, dependiendo de las características de los suelos y de los complejos aplicados, el contenido de zinc en la planta llegó a ser hasta cuatro veces superior respecto al contenido cuando no se aportó zinc al cultivo.