La historia del origen y la evolución del tomate ha quedado registrada en su propio genoma, donde la domesticación temprana y la posterior mejora del tomate han influido decisivamente en la pérdida de variabilidad genética de esta especie.
Así lo demuestra el último estudio llevado a cabo por la Academia China de Ciencias Agrícolas en Beijing y que ha sido publicado el pasado 12 de octubre en la revista científica NatureGenetics. Esta investigación se fundamenta en la secuenciación del genoma del tomate, realizando una comparativa genética entre tomates silvestres y tomates cultivados.
Los resultados obtenidos evidencian que se han perdido regiones específicas del tomate, relacionadas por ejemplo con el tamaño de la fruta o la resistencia a enfermedades en la planta. De hecho se calcula que se ha modificado, con la domesticación del tomate, un 8% del genoma y en la fase posterior de mejora un 7%.
Por ello, algunos mejoradores y genetistas inciaron a partir de los años 70 un proceso de mejora genética en tomate denominado “INTROGRESIÓN GÉNICA” que permite ir incluyendo genes de los tomates silvestres (ancestrales de tamaño muy pequeño) en los actuales tomates cultivados con el objetivo de volver a restablecer en parte la riqueza genética originaria del tomate.
De esta manera se solventarían problemas fitopatológicos (plagas y enfermedades) o mejorarían cualitativamente (sabor, color y aroma) las propiedades organolépticas de este fruto. Para este trabajo se dispone actualmente de nueva tecnología (genómica, transcriptómica, proteómica y metabolómica), que puede permitir este enriquecimiento genético y la consecuente mejora real en el tomate.