Tomás García Azcárate, ex consejero encargado de los análisis económicos a corto plazo de la UE e investigador del CSIC.
En una primera parte publicada la semana pasada, hemos puesto encima de la mesa un diagnóstico severo de la encrucijada en la que se encuentran los productores europeos de tomate en general, y los canarios en particular. Pero el futuro se escribe al presente y existen elementos fundados para la esperanza y la acción. En estas Jornadas para celebrar los 130 años del tomate de exportación canario, me atreví a exponer los siguientes:
- El mercado del tomate se está segmentando. Al lado del tomate redondo, la commodity por excelencia, del tomate en rama y del tomate cherry que se están commoditizando, están surgiendo nuevas variedades y especialidades que están creando nuevas oportunidades para quienes quieren generar valor.
- El mundo de la distribución comercial está cambiando. Por un lado están resurgiendo las tiendas especializadas; por otro los supermercados le están ganando la batalla a los hipermercados, acercándose a los consumidores, aumentando el número de visitas semanales a las tiendas, favoreciendo el consumo de productos más maduros y sabrosos.
- A pesar de todas las dificultades a los que nos hemos referido anteriormente, el núcleo duro del tomate canario de exportación resiste, con organización y con sus relaciones comerciales tradicionales.
- Cada año, más de 10 millones de turistas visitan las Islas. Son consumidores potenciales in situ pero también una vez que vuelvan a su país. Campañas de promoción dirigidas hacia ellos, en particular los hoteles donde se alojan los ciudadanos británicos, pueden ser más baratas pero también más eficaces.
- El aumento de la resiliencia del sector pasa también por la diversificación productiva. Hay distintas posibilidades hoy, al margen del plátano, cuyo mercado no está para asumir auges importantes de producción. El mirar de frente al sector turístico también en esto puede ser parte de la solución.
- Las administraciones públicas deben acompañar a los productores. En el caso de Canarias, tienen la gran suerte de disponer de administraciones con gran tradición, los cabildos y el gobierno canario, y medios muy interesantes, no solo los programas de desarrollo rural sino el POSEICAN y el régimen especial de abastecimiento (REA).
Estos nacieron para compensar los sobrecostes que la insularidad representa para los productores canarios. Hoy, tras la reforma que integró la ayuda platanera en el POSEICAN, cabe plantear una refundación.
Me atreví a proponer 3 objetivos para esta nueva etapa: trabajar para una renta digna de los productores; promover la creación de empleo estable y de calidad en las zonas rurales; mantener y recuperar los ecosistemas canarios.
El horizonte sería imaginar cómo queremos ver el mundo agrario y rural canario dentro de 20 años. No hay buenos vientos para el marino que no sabe a qué puerto se dirige. Este escenario compartido de futuro debería ser construido colectivamente con el conjunto de la sociedad canaria y declinarse luego en un primer plan a 5 años. Por esto me sorprendió aprender que estaba en construcción un plan estratégico sectorial para el tomate.
No quisiera que se me entendiera mal. No se trata de abrir una guerra frontal entre los actuales beneficiarios de las ayudas y los que no; entre los plataneros y los tomateros; entre estos y los ganaderos. Tampoco se trata de olvidarse de la exportación para inundar de productos los mercados locales y los hoteles. Estoy proponiendo construir entre todos juntos país, para asegurar que, en un contexto presupuestario difícil, se intenta hacer el mejor uso posible de los fondos comunitarios, nacionales y autonómicos disponibles. Evidentemente habrá perdedores y ganaderos contables; habría periodos de transición. Habrá tensiones. Pero sobre todo habría un nuevo juego con unos grandes ganadores, los agricultores y los habitantes del medio rural; los contribuyentes y el conjunto de los ciudadanos de las Islas.
Habría también que asegurar la coherencia y las sinergias entre los distintos instrumentos de la acción pública. ¿Tiene sentido por un lado invertir (algo de) dinero público para fomentar la ganadería autóctona y, por otro, vender el queso holandés tan barato que los turistas de aquel país se lo llevan en sus maletas de vuelta a casa?
Estas jornadas fueron un buen principio. Se habló de la historia y del pasado pero también del presente. Particular interés tuvo la presentación de los resultados provisionales de una comparativa de costes de producción entre Canarias, Almería y Marruecos, realizada por el profesor José Juan Cáceres o el esbozo del futuro plan estratégico para el tomate, por Fernando Segura Cebada, Jefe de Servicio de la Consejería de agricultura del Gobierno de Canarias. La nutrida asistencia fue otro indicador positivo. Allí no solo estuvieron muchos sino que estuvieron todos los que tenían que estar, todos los actores cuya movilización es indispensable para construir futuro.