EL EJECUTIVO REGIONAL OBLIGA A TODAS LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS A INFORMAR Y SENSIBILIZAR A LOS VECINOS DE LA ZONA DE LAS ACTUACIONES QUE SE VAN ACOMETER.
El Gobierno de Canarias le ha declarado la guerra al rabo de gato. Se trata de una de las plantas exóticas invasoras “más dañinas para el entorno natural y seminatural” del Archipiélago, y que ya marca el paisaje de todas las Islas.
De nombre científico Pennisetum setaceum, “su propagación ha sido muy veloz, ya que su introducción ornamental data de la década de los años 40 del siglo pasado, y ha logrado proliferar de tal manera que en la actualidad ocupa más superficie en Canarias que algunas de las formaciones vegetales isleñas características y exclusivas, como por ejemplo los palmerales endémicos de palmera canaria”.
Así presenta a esta especie la Consejería de Sostenibilidad del Ejecutivo regional, en una orden, publicada este martes en el Boletín Oficial de Canarias (BOC), por la que se aprueban las directrices técnicas para su manejo, control y eliminación.
Entre las medidas previstas, este departamento obliga a todas las administraciones públicas a informar y sensibilizar a los vecinos de la zona de las actuaciones que se van acometer para que eliminen simultáneamente los posibles focos de dispersión de la especie que puedan encontrarse en sus propiedades.
El rabo de gato, o más popularmente, rabogato, se propaga fácilmente en los entornos de carreteras desde donde va ocupando los terrenos aledaños, pero también se asienta fácilmente en terrenos degradados y acúmulos de tierras, así como en zonas alteradas o de escasa vegetación.
En la actualidad se distribuye desde la franja litoral halófila (costas rocosas y acantilados costeros tanto en vertiente norte como sur), hasta las medianías y fondos de barranco sobretodo en la parte baja de las islas.
Según subraya la orden gubernamental, “la prevención, la alerta temprana y la rápida actuación son la mejor estrategia para conseguir la erradicación de la especie en las islas donde su control es aún abordable (El Hierro, La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote), lo que resulta no solo una necesidad para la conservación de la biodiversidad y el patrimonio natural de estas islas, sino una obligación derivada de normativa en vigor”.
“En las islas donde la especie se encuentra fuertemente instalada (Tenerife, Gran Canaria y La Palma), las medidas deben ir principalmente dirigidas a frenar su propagación y efectuar controles en las zonas de alto interés conservacionista”, señala el Gobierno regional.
En Canarias se ha intentado controlar su población en distintas islas, en línea con experiencias similares realizadas en otras áreas del planeta, y a partir de las cuales se han elaborado estas directrices.
El rabogato está incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, lo cual supone la prohibición genérica de posesión, transporte, tráfico y comercio de ejemplares vivos o muertos, de sus restos o propágulos, incluyendo el comercio exterior.
Tal es la amenaza que para las plantas canarias supone esta especie, que el Parlamento autonómico aprobó en 2011 una resolución en la que insta al Gobierno de Canarias a que, en colaboración con los cabildos y los ayuntamientos, lleve a cabo medidas concretas para el control y erradicación del Pennisetum setaceum.
Las semillas se dispersan con mucha facilidad por el viento, arrastre de agua, en el pelo de animales y plumas de aves, pero también en las ruedas de vehículos
En estas directrices publicadas en el BOC se explica que se trata de una hierba perenne cuya macolla puede vivir hasta 20 años. La macolla esta formada por decenas de fascículos cada uno de los cuales es capaz de enraizar con facilidad. También rebrota fácilmente a partir de fragmentos de raíz la cual llega a medir hasta 30 centímetros.
Tiene una alta tasa de reproducción vegetativa por este mecanismo y por estolones. Posee una germinación continuada por lo que siempre encontraremos ejemplares con espigas (flores) de forma escalonada durante todo el año. Se caracteríza por una altísima tasa de producción de semillas (hasta 10.000 por planta) cuya capacidad germinativa alcanza los 6 años sin dificultad.
Las semillas se dispersan con mucha facilidad por el viento, arrastre de agua, en el pelo de animales y plumas de aves, pero también en las ruedas de vehículos, con el movimiento de maquinaria, en la ropa y en el calzado. Tiene un crecimiento muy rápido, por lo que a los tres meses ya puede producir espigas aunque antes es ya capaz de propagarse vegetativamente. Es resistente a los cortes, el pisoteo, al fuego y a muchos herbicidas.
La Consejería ha fijado unas normas para controlar su propagación. Así, primero se deben eliminar las partes florales de la plantal. Se intentará realizar la actuación en un periodo donde la floración no sea máxima ni el viento excesivo ya que la intención fundamental de este primer paso es evitar a toda costa la dispersión de las semillas del rabogato.
La mejor forma es reunir cuidadosamente las espigas de la planta, embolsarla superiormente cerrando la bolsa por la parte inferior y luego cortar los fascículos.
Cuando esto no es posible por el tamaño del ejemplar, se cortan las espigas cuidadosamente con tijera y se introducen en bolsas evitando la dispersión de las semillas. Para evitar esta dispersión, el ejemplar con el que se trabaja puede cubrirse lateralmente con una pantalla plástica semicilíndrica como las usadas en la aplicación de herbicidas.
Se deben recuperar las semillas que caigan al suelo. Esta acción, según la Consejería, mejora significativamente el éxito de la actuación y el esfuerzo de actuaciones posteriores de mantenimiento o erradicación de la especie. Hay que destacar que el rabogato posee una estrategia vital muy potente, puesto que puede crecer en distinto tipo de ambientes y suelos, salvo en zonas encharcadas, muy húmedas o umbrías. Lo peor: desplaza fácilmente a la flora canaria.