EN EL DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN 16 DE OCTUBRE.
El 16 de octubre de cada año la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, celebra el Día Mundial de la Alimentación, en conmemoración de su fundación en esa fecha de 1945 en la ciudad de Quebec, Canadá.
Hay quienes han manifestado que más que destacar la efeméride, debería retitularse por la “del Hambre”, ya que resulta casi imposible entender la situación: cuando se produce suficiente para alimentar a todo el planeta, cómo es posible que aún mueran cientos de miles de personas por hambre y desnutrición.
Debido al rápido crecimiento poblacional, la producción de alimentos no alcanza para abastecer la demanda. Los precios del trigo han aumentado un 25% en 2012; el maíz un 13% y los productos lácteos un 7%. Las reservas mundiales de alimentos están en un nivel crítico.
“Esto significa que los suministros de alimentos están escaseando en todas las áreas y existen realmente pocos para algún imprevisto”, dijo Abdolreeza Abbassian, economista de la FAO. “La disminución en la producción de cereal durante el 2012 se extenderán hasta el 2013”.
Por la dura sequía, principalmente, pronto se confirmará oficialmente en Estados Unidos una de las peores cosechas en la historia de este país: la producción de trigo, maíz y soja se ha reducido un 10%. Esto afectará a todo el mundo, ya que este país es el principal productor y exportador mundial de granos.
Para el maíz, por ejemplo, ha sido su peor cosecha en 9 años. Casi el 40% de todo el maíz de los Estados Unidos se utiliza en biocombustibles, por lo que la escasez restringe aún más las exportaciones y el aumento de precios.
En el Reino Unido el panorama es realmente desalentador. Las grandes tiendas comerciales han tenido que modificar la forma de comprar y vender las frutas y verduras, como consecuencia de la poca producción a causa del cambio climático.
Sainsbury, una de las cadenas más grande del Reino Unido, ha tenido que modificar sus parámetros estéticos de la fruta. Antes solo se vendían aquellos productos que lucían radiantes, uniformes y sanos, pero debido a la falta de frutas, verduras y otros alimentos, debido a la escasez, actualmente se ofrecen productos de menos calidad.
La diversidad biológica es fundamental para la agricultura y la producción de alimentos. Las personas dependen de la variedad de alimentos, de un techo y de bienes para su sustento. Sin embargo, el hombre presiona cada vez más sobre las especies y sus entornos. Como resultado de ello, muchas plantas y animales están en peligro y también lo están procesos naturales esenciales como la polinización por los insectos y la regeneración de los suelos por los microorganismos.
Para alimentar a una población creciente, la agricultura ha de proporcionar más alimentos. También será esencial aumentar su resistencia protegiendo una amplia gama de formas de vida con rasgos únicos, como las plantas que sobreviven a las sequías o los ganados que se reproducen en condiciones adversas. Mediante prácticas agrícolas sostenibles se puede alimentar a las personas y proteger los océanos, los bosques, las praderas y otros ecosistemas que dan acogida a la diversidad biológica.
Una rica variedad de plantas cultivadas y animales domesticados constituye el fundamento de la biodiversidad agrícola. Sin embargo, las personas dependen de tan solo 14 especies de mamíferos y aves para un 90 por ciento de su suministro de alimentos de origen animal. Y tan solo cuatro especies – el trigo, el maíz, el arroz y la patata – proporcionan la mitad de la energía de origen vegetal que ingerimos.
Más del 40 por ciento de la superficie terrestre se usa para la agricultura, lo que confiere una gran responsabilidad en la protección de la biodiversidad a los agricultores. Sirviéndose de técnicas adecuadas, como la agricultura sin laboreo, un menor uso de plaguicidas, la agricultura orgánica y la rotación de cultivos, los agricultores mantienen el frágil equilibrio con los ecosistemas circundantes.
Manteniendo la integridad de las plantas, los animales y sus medios, se preserva una serie de procesos naturales esenciales. El ganado, los insectos, los hongos y los microorganismos descomponen la materia orgánica trasladando nutrientes al suelo. Las abejas, las mariposas, las aves y los murciélagos polinizan los árboles frutales. Los pantanos y las ciénagas eliminan los contaminantes filtrándolos. Los bosques impiden las inundaciones y reducen la erosión. Y los depredadores naturales mantienen controlado el crecimiento de cualquier especie.
Más de 840 millones de personas siguen padeciendo hambre en todo el mundo y aún más sufren carencias de micronutrientes. Hasta ahora, los esfuerzos mundiales no han bastado para alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, y el objetivo de desarrollo del Milenio conexo, de reducir a la mitad el número de hambrientos para el año 2015. La biodiversidad es un aliado clave en la lucha contra la malnutrición. Su protección es algo que no podemos permitirnos olvidar.