LOS PRIMEROS EJEMPLARES SE HAN RECOGIDO MEDIANTE TRAMPAS HACE DOS SEMANAS.
Se sabía que afectaba a cultivos del Levante español, Cataluña y Baleares, incluso el pasado año se dio la voz de alarma de pequeños focos en el sur de Tenerife.
Han bastado unos cuantos meses para que la polilla del tomate recalase en Gran Canaria, detectándose en un principio en el sur de la isla, pasando al este, luego al norte y terminando en el oeste de la isla, La Aldea de San Nicolás.
“A perro flaco, todo son pulgas” y si bien la tuta pertenece a otra especie, no podía haber elegido peor momento para hacer su presentación oficial en este municipio. El escenario que ha encontrado para debutar no podía ser más catastrófico.
A la ya consabida situación que atraviesa el sector, asfixiado por una deuda que no consigue refinanciar para superar el bache, y que, en parte, ha sido generada por la plaga de la mosca blanca, se le une ahora la última plaga conocida.
Los primeros ejemplares adultos de polilla del tomate han sido capturados en varias trampas colocadas en cultivos dispersos de tomate. Por lo pronto y según los técnicos, la aparición se concentra en el valle de La Aldea quedando exentos los valles de Tasarte y Tasartico.
Las alarmas ya están empezando a saltar, sobre todo porque la tregua que ha dado la mosca blanca está a punto de finalizar con el aumento gradual de las temperaturas.
Los técnicos anuncian que hay que actuar de manera inmediata, antes de que sea tarde y se reproduzcan nuevamente situaciones que mejor queden en el olvido. Por ello la propuesta más inmediata es la continuación de las labores que se iniciaron para contrarrestar a la mosca blanca ampliándolas a la tuta absoluta.
La Tuta Absoluta o polilla del tomate
Es un pequeño lepidóptero de la familia Gelechidae que procede de sudamérica. Los principales huéspedes son tomates y papas, así como otras especies de solanáceas silvestres o cultivadas como la berenjena.
Esta plaga tiene un elevado potencial reproductivo, pudiendo alcanzar de 10 a 12 generaciones al año. Los adultos son de hábitos nocturnos y normalmente se esconden entre el follaje durante el día. Las hembras hacen las puestas de huevos sobre la parte aérea de las plantas.
Después de pasar por 4 estados larvarios, las larvas pupan en el suelo, sobre la superficie de las hojas o incluso dentro de las galerías, dependiendo de las condiciones ambientales. Al eclosionar los huevos, las larvas neonatas penetran en los frutos de tomate, en las hojas o en los tallos de los que se alimentan creando perforaciones y galerías. Los frutos pueden ser atacados desde su formación, pudiendo originar su podredumbre posterior por patógenos secundarios.
Sobre las hojas, las larvas se alimentan únicamente del tejido del mesófilo, dejando la epidermis intacta. Las minas son irregulares y posteriormente se necrosan. Las galerías sobre el tallo alteran el desarrollo general de las plantas afectadas.
La plaga puede afectar a las plantas de tomate en cualquier estadío de su desarrollo, desde semillero hasta plantas adultas, aunque las larvas prefieren atacar las yemas apicales, flores o frutos recién cuajados. Esto permite una rápida observación de los síntomas en campo.
Para el control de la plaga se están desarrollando diversas estrategias de Control Integrado de Plagas, combinando el uso de feromonas sintéticas para el seguimiento de poblaciones, con tratamientos fitosanitarios en los momentos adecuados.
Como medidas culturales se recomienda arrancar y destruir todo el material afectado, así como los restos post cosecha del cultivo, rotación con cultivos que no sean solanáceas, etc. También es recomendable efectuar un seguimiento y eliminación de otras plantas huésped que pudieran albergar a la plaga, especialmente de las especies silvestres que son sensibles a su ataque.