UN PASTELERO SORIANO FABRICA LAS PRIMERAS GOMINOLAS CON SABOR A VERDURA CON PRODUCTOS DE LA TIERRA.
Pimientos del piquillo, tomates, espárragos, judías verdes, cebolla y zanahoria. Pudieran ser la base de frescas ensaladas, guarnición de sabrosos guisos o, simplemente, deliciosos salteados. Sin embargo, la propuesta es rodearse de azúcar, entre otros ingredientes, y, tras unas horas de cocina, convertirse en… ¡gominolas!
La cabeza pensante, el ‘artista-confitero’ que ha llevado a la creación de tan suculento producto, es Juan Carlos Lavilla, propietario del obrador Tres Chocolates, ubicado en la localidad soriana de Ágreda.
Este invento gastronómico surgió, según Lavilla, en las Jornadas de la Verdura de la Ribera. Allí comenzó a planear la idea sobre su cabeza y tras muchas vueltas decidió echar horas y horas hasta dar con la textura exacta.
“Buscaba algo para poder acompañar la carne o el pescado que fuese totalmente diferente. Pero ahora, puede servir como entrante, como guarnición, para elaborar salsas agridulces e incluso para conformar un plato de postre”, explica el propietario de Tres Chocolates.
El proceso de producción de estas gominolas de verdura fue bastante duro, ya que era difícil lograr la consistencia de esas materias primas, “muy diferentes entre sí”.
“No todos los ingredientes necesitan el mismo tipo de gelatina o la misma agua, porque algunos tienen más hebra y otros son más secos”, expresa Lavilla. Pero el efecto, por lo general, suele ser el mismo: “Impactante”.
Y se refiere a su sabor –el creador ya tiene favorito: el de pimiento del piquillo, “espectacular”, asegura–, porque lo que es la presentación no cambia mucho de lo que es una gominola de frutas habitual: cada tipo de ‘golosina’ conserva el color de su producto original, por lo que, si la de tomate es roja, la de cebolla es de un blanco semitransparente, la de espárrago toma un tono amarillento y la de judías verdes, lógicamente, se queda como tal: verde judía.
Varios restaurantes sorianos acompañan el bacalao con gominolas de pimientos, mientras otros, prefieren las de cebolla confitada y aromatizada con miel de tomillo para que sus clientes las degusten con el foie.
Algunos le llamaron loco, pero ahora, si no lo comercializa a mayor escala, es porque la ubicación de su pequeña empresa no ayuda mucho. Si surge la oportunidad, “sólo hay que fabricar más y empaquetarlas”, expresa.
Muchas madres y padres verán en este invento una nueva posibilidad más de intentar que niños y niñas, y algunos adultos, que se niegan a comer verduras, se animen a degustarlas de manera un tanto más divertida, si cabe.