Un grupo de científicos de Estados Unidos ha desarrollado una pila de combustible biológica fabricada a base de restos de tomates.
El grupo de investigadores de la Escuela de Minas y Tecnología de Dakota del Sur han encontrado una manera de tratar los residuos problemáticos y convertirlos en algo útil: electricidad.
En el estudio que han llevado a cabo, los residuos de tomates han demostrado ser eficaces para producir células de combustible que proporcionan energía de manera limpia y respetuosa con el medio ambiente. En concreto, han utilizado tomates que ya no estaban en condiciones aptas para ser consumidos como alimento para fabricar celdas electroquímicas biológicas o microbianas.
Los investigadores desarrollaron una pila de combustible microbiana especial para procesar los residuos y transformarlos en electricidad. Utiliza bacterias para descomponer la materia orgánica en los residuos de tomate que, al oxidarlos, genera una carga eléctrica. El proceso también neutraliza los residuos de modo que ya no emitan gases de efecto invernadero.
[quote]El proceso de oxidación libera los electrones, que después son capturados en la celda de combustible y pasan a ser una fuente de electricidad.[/quote]
El tomate es especialmente interesante para fabricar este tipo de pila biológica porque cuenta con licopeno, un pigmento caroteno y antioxidante, que ha demostrado ser un excelente mediador para fomentar la generación de las cagas eléctricas.
El prototipo de pila de combustible biológica que han fabricado de momento es pequeño: tiene capacidad para 10 miligramos de tomates y produce 0,3 vatios de energía. Por tanto, serían necesarias 200 células para encender una bombilla de 60 W. Sin embargo, los científicos aseguran que la tecnología es perfectamente escalable y podría incrementarse su potencia y magnitud.
“Mi esperanza para este tipo de cosas es que puede ser utilizado en las zonas rurales donde se tiene una gran cantidad de residuos agrícolas y donde no se dispone necesariamente de una fuente de energía, especialmente en el mundo en desarrollo”, dijo Alexander Fogg, quien inició el proyecto.
La investigación actualmente está siendo liderada por Namita Shrestha y otros científicos bajo la dirección del profesor Venkataramana Gadhamshetty. Todo el proceso se completa en cuestión de un par de semanas, y la producción de energía a partir de los tomates se empieza a agotar después de 10 a 14 días.
Esta es una forma posiblemente costosa de procesar los residuos, pero la generación de electricidad haría que fuera más viable en términos económicos. Esa combinación podría resultarle atractiva a las ciudades, que normalmente cargan con la responsabilidad de procesar los residuos agrícolas.
Este tipo de enfoque también podría funcionar para otros tipos de desperdicios de productos alimenticios, pero los investigadores encontraron que los tomates contienen algunos micronutrientes que los hacen especialmente eficaces.
Las 400.000 toneladas anuales de residuos de tomate que se producen en Florida, podrían llegar a generar electricidad suficiente para abastecer a Disney World durante 90 días, de acuerdo con los cálculos del investigador.
Convertir los residuos agrícolas de alimentos en una fuente de energía probablemente no alcanzará la dimensión de algo como la energía solar o eólica. Pero al resolver dos problemas a la vez, tiene potencial de encontrar un nicho en la próxima década.
Al final del proceso todavía hay tomate. Los residuos se ven iguales a simple vista, pero han cambiado de manera fundamental. Los componentes químicos de los trozos de tomate han sido descompuestos y tratados, lo que supone evitar más emisiones de gases de efecto invernadero.
Es solo un fango rojo e inofensivo que tal vez haya ayudado a encender una bombilla en algún lugar.