UNA NUEVA PLAGA MUCHO MÁS DAÑINA TOMA EL RELEVO AL PICUDO ROJO.
Una inspección realizada por técnicos de la Granja del Cabildo de Gran Canaria ha constatado la presencia y propagación de la diocalandra frumenti, picudín, en los palmerales del sur y norte de la isla, siendo el responsable de la afección que se achacaba inicialmente a los efectos de la sequía.
La Diocalandra frumenti de tan solo seis milímetros de envergadura, conocido como picudín, está causando verdaderos estragos en las palmeras del sur de la isla en las zonas turísticas, llegando a detectarse daños en palmeras de Las Palmas de Gran Canaria, Ingenio, Telde y Arucas, lo que ha preocupado de manera alarmante.
Desde el Cabildo recuerdan que el picudín hizo su aparición en la isla hace unos quince años. Pero ha sido ahora, al tener casi controlado al picudo rojo, cuando ha logrado reactivarse de forma virulenta. Para combatirlo se ha puesto en marcha un plan de intervención que incluye un censo individualizado para conocer el estado de salud de las 40.000 palmeras de Las Palmas de Gran Canaria.
La respuesta que se daba al decaimiento que presentan muchas palmeras era debido a la falta de agua. Sin embargo, los estudios de La Granja del Cabildo han concluido que el origen de muchos de estos casos se debe a la propagación de este diminuto bicho, desconociendo aún su afección real.
Debido a su tamaño el picudín resulta menos visible para los operarios de ahí la confusión sobre la patología que afecta de nuevo a las palmeras. Uno de los mayores problemas que presenta el picudín es la transmisión y multiplicación de enfermedades víricas y hongos que terminan por dañar de manera irreversible a la palmera.
La primera noticia de la diocalandra se remonta a 1998, si bien ahora es cuando está teniendo una mayor incidencia. Al igual que en otros casos, se cree que su llegada pudo estar en alguna remesa enferma proveniente de países de Asia o este de África. Hasta ahora se desconoce su presencia en la Península, aunque ya hay casos en islas como Fuerteventura.
Los investigadores recomiendan actuar de la misma forma que el picudo rojo, esto es, evitar las podas excesivas y secar la zona de corte, para evitar que haya zonas frescas que sirvan de reclamo para las plagas. Se aconseja aplicar las nuevas prácticas de poda controlada, en especial con la palmera canaria, que suele ser la más afectada por este ataque.