Cada año se desechan decenas de millones de toneladas de pañales en todo el mundo, de los que solo un 20% se reciclan.
Los pañales usados son un residuo que contamina el planeta de un modo desmesurado. La cultura del usar y tirar causa estragos a nivel ambiental desde su misma producción.
Las materias primas que se emplean para su fabricación son, principalmente, el polipropileno (impide el retorno para que el bebé permanezca seco), la celulosa como absorbente y una capa exterior de polietileno.
El reciclaje de un pañal usado no es sencillo y, de hecho, la gran mayoría acaban en los vertederos, con la contaminación que ello supone, ya que se necesitan entre 200 y 300 años para su degradación.
Sin embargo, una emprendedora mexicana, Rosa María Espinosa, ha conseguido darles un uso muy particular con una iniciativa que los destina al cultivo de setas.
La idea surgió por casualidad y tras varios ensayos realizados en el laboratorio, tomó consistencia y se tornó en realidad. Primero recolectó pañales –sólo aquellos con residuos líquidos– y los esterilizó mediante una técnica de calor a presión.
Luego los desmenuzó y molió sus componentes para formar el sustrato donde luego crecerían las setas y lo mezcló con lignina, un nutriente que necesitan las setas y que se encuentra en otras fuentes naturales como el pasto, café o coronas de piña –en este caso se utilizó la poda de pasto–. Para finalizar reprodujo las esporas del hongo y las colocó en estas camas de cultivo.
“Tenemos que reproducir al hongo y obtener lo que comercialmente llamamos semillas, que es el crecimiento de las esporas del hongo sobre alguna semilla de trigo o sorgo. El producto obtenido se esparce sobre el sustrato (contenido en bolsa de plástico) y se mantiene de dos a tres semanas en la oscuridad con humedad y temperatura controladas, para luego exponerlos a una fase luminosa”, cuenta Espinosa.
Con esta tecnología, un pañal desechable se degrada en sólo 2,5 a 3 meses y su volumen se reduce hasta en un 80%. Por cada kilo de pañales, sólo quedarán 200 gramos de residuos, obteniendo 300 gramos de setas”, dice Espinosa quien además explica que los materiales que quedan de este proceso podrían tener distintas aplicaciones.
Las setas podrían usarse como complemento para alimentar ganado, el gel que contiene los líquidos podría aplicarse en suelos de baja humedad y el plástico se podría enviar a reciclaje.
Desde entonces ha transcurrido más de una década y su laboratorio está en plena actividad. Cada pañal se somete a un proceso de preparación, en el que se les esteriliza y quedan listos para rociarlos con esporas del hongo.
Un mes después las setas han crecido y lo han hecho devorando la celulosa hasta dejar solo una pequeña parte, con lo que se consigue biodegradarla de forma natural, acelerando el proceso de un modo sorprendente.
En la actualidad, el objetivo de Espinosa es conseguir que ese porcentaje sea cada vez más pequeño, hasta minimizarlo.
La empresa francesa “Happy Nappy” es otro ejemplo de iniciativa de reciclaje de pañales, en este caso para producir desde abono hasta energía y diversos materiales.
Básicamente, su procedimiento comienza triturándolos para facilitar la separación de los residuos orgánicos del resto de componentes. A continuación, los residuos orgánicos son depurados y utilizados para generar biogás y abonos, mientras los plásticos se reciclan.