UNA VEZ MÁS LA HUERTA DE LA ALDEA NOS SORPRENDE CON PRODUCTOS EXTRAORDINARIOS.
En esta ocasión han sido naranjas cultivadas en el valle de La Aldea, que han llegado a pesar entre los 826 gramos y el kilo 140 gramos. Pesos que para unas “simples” naranjas darían mucho que hablar si pidiéramos un kilo de naranjas y solo nos entregaran una.
El agricultor del barrio de Cercadillos en La Aldea, Fino Castellano, no salía de su asombro al ver como algunas de las naranjas de uno de sus árboles conseguían doblar las ramas que las sujetaban hasta casi chocar unas con otras.
Extrañado por el efecto, Fino acertó a tantear las naranjas para tratar de averiguar su peso mientras maduraban en el árbol. Mire que he visto naranjas y grandes, pero de más de un kilo y cargadas de zumo, es la primera vez, reconoció Castellano a Agroaldea.
El naranjero en cuestión fue injertado hace años y plantado en la finca de Cercadillos hace otros tantos, nos dijo Fino. ¿Truco? Ninguno. Agua y estiércol.
Es que en la zona de Cercadillos siempre se ha dado muy bien todo lo que uno plante. La tierra, el sol, el agua… todo tiene su razón, decía orgulloso Fino Castellano.
Visto el árbol en cuestión tampoco destaca nada extraordinario, hasta que uno se acerca y comprueba el peso y el volumen de la docena de naranjas que cuelgan salteadas por la copa.
Del medio centenar de naranjas cosechadas, la de menor peso marcó 826 gramos en la báscula. La que alcanzó la marca mayor registró 1,400 gramos. Aunque creo que hubo una que tuvo que llegar al kilo y medio, pero no llegué a pesarla porque voló entre los míos, explicaba Castellano.
Una vez hecho zumo con las naranjas, la cantidad de éste se aproximaba al medio litro por kilo de naranja. Es decir, el ejemplar ideal para comer o para beber.
Por más que insistimos, no había más explicación para extraordinario fenómeno. Hecho que viene a confirmar las bondades y excelencias de la huerta de La Aldea que, además de cosechar premios y marcas, bate registros que suman y añaden valor a su reputación.
La madre de todas las batatas.
Y mientras en La Aldea las naranjas superaban el kilo, en el municipio de Ingenio se cosechaba una batata que alcanzó los 16 kilos y medio.
En este caso, fue Pedro Santana, propietario de una huerta en Las Mejías, el primer sorprendido cuando cosechó la “madre de las batatas” que trató de resistirse y ofreció “algo de batalla”, reconocía Santana, que añadía: es como 16 batatas de las de antes, que pesaban un kilo cada una. Es como si hubieran salido de la tierra unidas, como crías pegadas a la madre.
Pedro Santana afirma que los tubérculos llevaban plantados nueve meses, que es el límite para su recogida, y se llevó la gran sorpresa de encontrarse con esta batata gigante por primera vez en su vida, no conociendo ningún otro precedente en el municipio. Esto no se ha visto nunca y, si se ha visto, nadie lo ha contado, afirmó.
El agricultor considera que es una agradable sorpresa de la naturaleza y se mostró muy contento y orgulloso de su producto. Lo primero que he hecho es contarlo y nadie recuerda una batata de estas dimensiones.
Junto a este gran tubérculo, Pedro Santana también extrajo de la tierra otras batatas de gran tamaño, pero que quedaron eclipsadas por la “madre de todas las batatas” nacida en este barrio de Ingenio.