Pablo Cebrián, oriundo de Cáceres, acaba de cumplir 105 años. Su secreto: tener buen humor y las sopas de tomate.
El vecino de Plasenzuela, Cáceres, Pablo Cebrián, acaba de estrenar los 105 años en la Residencia de esa localidad, desde la que ha afirmado que las sopas de tomate, de ajo y el buen humor, han sido las claves para llegar a tan veterana edad.
«Mi padre nunca se enfada. Tiene muy buen humor. Igual por eso ha llegado a esta edad. Bueno, por eso y por la sopa de tomate. Siempre estaba preparando sopa de tomate. La hacía para varios días», comenta uno de los hijos de Pablo Cebrián López.
«Yo le pedí una vez que no se fuera a llevar el secreto de vivir tantos años – comenta un vecino -, y me dijo que era por el gazpacho, la sopa de tomate y el agua que bebía del pozo de la Higuerona, que está aquí en Plasenzuela».
La pasada semana, la Residencia de Mayores Padre Damián de Plasenzuela se convirtió en una fiesta para celebrar el cumpleaños de Pablo Cebrián. Allí estaban gran parte de los 58 residentes (entre los que se encuentra una mujer de 103 años), los trabajadores y varios miembros del gobierno municipal.
Entre los que se mostraban más contentos, la familia más directa del protagonista que se quejaba de tener algo de frío. «Le hemos puesto una chaqueta», decía su hija mayor, Elvira, que tiene 74 años. También estaba su hijo Santiago, de 72, que le preguntaba al padre cómo estaba, «estoy como la sopa de ajo… así, así» le respondía con un hilo de voz, con la cabeza abrigada con una gorra.
El que puede ser el hombre con más edad de la provincia de Cáceres recibió entre aplausos un ramo de flores y cuando le llevaron una gran tarta con el número 105 sobre ella, los asistentes a la fiesta le cantaron el cumpleaños feliz y Las mañanitas que cantaba el rey David.
Los hijos y su yerno contaban que Pablo Cebrián, nacido en 1910 en Plasenzuela, se casó en 1936 con Ana Lubián Rodríguez, también de la misma localidad, y en 1955, ellos y sus cuatro hijos pequeños se fueron a vivir a Madrid, donde él trabajó en la construcción.
«Mi padre era muy trabajador – dice Elvira -, con 8 años ya estaba trabajando en el campo con su abuelo, porque su padre estaba malo al darse un golpe con la barra de un carro. Ya en Madrid el trabajo de albañil era muy duro, llevando los sacos de cemento al hombro. No había maquinaria y por eso había mucho trabajo, porque había que hacerlo todo a mano».
Su hijo Santiago recuerda que su padre siempre ha comido de todo, «sobre todo cerdo, y eso que no podía tomarlo; pero ha estado tomando el tocino del cocido hasta hace bien poco. Dejó de fumar tabaco de picadura a los 50 años. Se le hincharon los labios y dejó de fumar radicalmente, dijo: ‘Ya he fumado todo lo que tenía que fumar’. Él ahora solo toma una pastilla para la tensión. No se hace análisis y no ha ido a urgencias hasta el 5 de diciembre de 2014».
Ese día tuvo una caída impresionante que dejó sus secuelas. «No se mató de milagro. A partir de ahí perdió el 70 por ciento, y ya no anda. Habla poco, se le va un poco la memoria. Él era un buen cazador, y le gustaba contar cómo cazaba al aguardo y para ahorrar esperaba que estuvieran los conejos juntos para matar dos con un cartucho».
Quien también come de todo y nunca se enfada es el hombre más longevo de España. Es también extremeño, Francisco Núñez, y vive en la localidad pacense de Bienvenida. Ya ha cumplido 110 años, cinco más que el bueno de Pablo Cebrián.