Durante cuatro intensos días, las XIV Jornadas de estudio sobre etnografía y folclore, Jorge Vega Peña, abordaron la cultura del tomate en Canarias desde diversas ópticas.
Organizadas por la Asociación Cultural Tyldet, las Jornadas sobre la Cultura del Tomate en Canarias han supuesto un hito importante entre los eventos que viene celebrando esta asociación en los últimos quince años.
Todo comenzó, recuerda el presidente de Tyldet, Miguel Vega, cuando comenzamos, durante el mes de julio de 2015, la digitalización del archivo fotográfico del fotógrafo teldense jubilado, José Hernández Torres.
Fotografiamos negativo tras negativo comenzando por el año 1965 y llegando hasta 1970. En total, se digitalizaron 613 rollos de 35 mm, que suponen 17.637 negativos. El trabajo de digitalización se prolongó hasta el mes de enero, y apenas le hicimos «cosquillas» al fondo fotográfico, explica Vega.
Durante las sucesivas sesiones observamos que había un tema de máximo interés que aparecía de forma frecuente: las fotografías tomadas en los almacenes de tomates. Hernández nos contó que durante años se desplazó de forma regular a varios almacenes del municipio de Telde, para fotografiar al personal, principalmente en su tiempo de descanso después del almuerzo, indica Miguel Vega.
Del total de imágenes, 1.437 corresponden a esta temática. Teniendo en cuenta que durante 2015 se habían cumplido los 130 años del tomate de exportación en Canarias, cuyos principios se encuentran precisamente en Telde, la materia de la exposición surgió de forma espontánea y, de ahí, el objeto de las Jornadas.
La exposición ‘Entre Tomates’, que se podrá visitar hasta el próximo día 30 de mayo, se compone de 48 fotografías impresas, repartidas en tres apartados: «Cultivos y aparcería», «Trasiego de camiones» y «Entre cajas y seretos»; y se acompaña de una proyección en vídeo de otras muchas imágenes consideradas de interés.
Con esta exposición, señala Vega, hemos querido hacer un reconocimiento público a D. José Hernández Torres, que con su trabajo ha dejado plasmado en imágenes una parte importante de la historia de nuestro pueblo.
Las Jornadas
Como complemento a la exposición y coincidiendo con el 130 Aniversario de la actividad del tomate canario de exportación, decidimos dedicar las XIV Jornadas de la asociación a abordar la cultura del tomate en Canarias desde diversas ópticas y con algunos de sus protagonistas, indica Miguel Vega.
El primer ponente de las XIV Jornadas sobre Etnografía y Folclore, Jorge Vega Peña, fue el historiador Manuel Rebollo López que destacó: “La contribución de Telde a la cultura del tomate fue importantísima”. El negocio del cultivo del tomate y su envío a territorios europeos comenzó a desarrollarse en Gran Canaria a finales del siglo XIX, concretamente en 1885.
Rebollo recordó que la actividad la iniciaron los británicos que comerciaban solo con su país, pero cuyo testigo tomaron con el tiempo empresarios canarios que no dudaron, a fin de garantizar sus intereses, en asentarse en Reino Unido, primero, y también en Holanda, más adelante.
“Un exportador, por pequeño que fuera, producía sus tomates, se hacía cargo él mismo de su envío por mar y hasta de venderlos en destino”, con lo que en épocas pasadas llegó a haber “más de setenta representantes en Londres o en Rotterdam” trabajando para cosecheros isleños, relató el investigador Manuel Rebollo.
El exportador de Telde, Carmelo Santana Peña, expuso sus vivencias como receptor y vendedor de la fruta en los mercados londinenses, principalmente en el Covent Garden, donde había casi un centenar de negocios dedicados a la venta del tomate y pepino canarios. Santana refirió la impronta que dejaron los canarios en esta parte de la ciudad, como el célebre Canary Wharf convertido hoy en el mayor distrito financiero de la City.
Santana destacó en su disertación que “la exportación de tomates fue la mayor fuente de ingresos, no solamente del municipio de Telde sino también de toda la isla en la década de los 60 del siglo XX”.
El exportador recordó los nombres de otros exportadores que operaron en la misma época, como José y Daniel Betancor Herrera, José López Valerón, Isidro Morales Morales, Antonio Benítez Galindo, los hermanos Valido Diepa, José Monzón, Juan Monzón Santana, don Manuel Ruiz, Tomás Oliva Chil, Juan Mayor Martín y sus hermanos Manuel, Francisco y José, Juan y Francisco Rivero, Francisco Calderín y mi padre José Santana, más conocido como Navarro”.
Las compañías navieras más importantes de aquellos años eran la naviera Aznar con sus buques Monte Ulia, Monte Urquiola y Monte Esperanza; y la Fred Olsen Line con sus barcos Brunos y Bencomo. Los barcos tardaban cinco o seis días y la fruta iba apilada en las bodegas que carecían de aire acondicionado. Los muelles de destino eran Canary Wharf y New Fresh Wharf.
“Durante la década de los 60 la ciudad de Telde era el motor de la economía canaria. Hasta tal extremo, que una entidad bancaria local recibía más divisas en seis meses, en libras, florines holandeses o marcos alemanes, que su central en Las Palmas en todo el año, señaló Santana.
Nuestros tomates no solamente se distribuían en todas las ciudades de Inglaterra, sino también en toda Escocia llegando hasta Inverness y Aberdeen. Aunque, no cabe duda, que Inglaterra siempre ha sido nuestro principal consumidor, llegando a demandar el 60% del tomate producido en las islas. Muchos de ustedes se preguntarán cómo es posible dicho consumo en un país con las temperaturas tan bajas, pero la explicación es bien sencilla, sobre todo si tenemos en cuenta hechos como que el desayuno típico inglés está compuesto por huevo frito, bacón y dos tomates fritos. Además, a los ingleses les encanta la sopa de tomates”, explicó Carmelo Santana, que vivió en Londres 30 años en los que se dedicó a la recepción y comercialización del tomate canario.
En la tercera sesión intervinieron el trabajador social y sacerdote, Domingo Viera y el aparcero y dirigente de la lucha sindical, José Luis Pérez Ojeda.
Viera inició su exposición haciendo una breve semblanza de la época en la que estuvo en el sureste de Gran Canaria, Castillo del Romeral y Juan Grande, que se centró en otra lucha, la de las escuelas y las guarderías en las aparcerías.
Un 14 de enero de 1975, tras una asamblea, cortaron durante horas la carretera al sur para reivindicar que se hicieran. La del Matorral la consiguieron tras la firma, con ese compromiso, del alcalde encima del altar de la iglesia de Juan Grande. Un paso de gigante en la reivindicación de la cultura y la educación.
José Luis Pérez Ojeda excusó previamente su desorden narrativo debido a sus 83 años. Sin embargo, su lucidez y claridad en la argumentación fueron todo lo contrario.
José Luis inició su ponencia recordando al histórico abogado laboralista Carlos Suárez Cabrera, también conocido como ‘el látigo negro’, al que debían buena parte de los logros de la lucha aparcera, y a su compañero Celedonio, ‘Nono’.
Una lucha que, recordó, comenzó a finales de los sesenta y que logró parte de sus reivindicaciones a principios de los setenta, con una norma de obligado cumplimiento que mejoró sus condiciones de trabajo. Se logró por los 400 trabajadores que se trasladaron a la capital grancanaria y luego tomaron el Sindicato Vertical. No lograron los mismos derechos que otros sectores, pero sí un gran avance.
Pérez rememoró las pésimas condiciones en las que vivían, pero también la explotación, tanto para los hombres como para las mujeres, además de los riesgos para la salud de los productos químicos que se utilizaban.
José Luis finalizó su intervención explicando que, pese a las luchas de los trabajadores hace tantas décadas, en la actualidad hay sectores que han retrocedido en derechos. «La hostelería está hoy peor que como estaban los aparceros», con la gravedad de que hay menos conciencia de clase y más separatismo, explicó. «Ahora hay más borregos y más gente ignorante con más estudios», sentenció.
En la segunda ponencia de esta sesión, el licenciado y doctor en Geografía e Historia por la UNED; profesor del Centro Asociado de la UNED en Las Palmas de G.C. e investigador, Manuel Ramírez Muñoz disertó sobre las frecuentes arribadas a la Isla del cigarrón berberisco y su amenaza constante para la agricultura.
Ramírez abordó las cuatro grandes plagas de cigarrón berberisco que arrasaron Canarias el pasado siglo. La más grave, por los destrozos en la agricultura, fue la de 1954. En ese año, un testimonio del propietario de una finca de plátanos, recogido en el Diario de las Palmas, relata los materiales utilizados para combatir la plaga de langosta. “Quemé unos doce mil kilos de paja de pienso, cinco mil litros de gasoil, quinientas sesenta docenas de voladores, setecientos kilos de azufre, cincuenta kilos de sulfurol, siete u ocho gomas de automóvil y todas las hojas que tenía preparadas para el empaquetado de los racimos de plátanos de exportación».
En último extremo, señaló Ramírez, se acudía a la iglesia: plegarias, oraciones, exorcismos o la patrona en procesión hasta la catedral.
Ramírez Muñoz recordó que los vecinos de Cercados de Araña, en Gran Canaria, en cierta ocasión se negaron a colaborar en las labores de extinción diciendo que “como es castigo de Dios, únicamente deben y pueden extinguirla los curas con sus exorcismos».
A partir de la implacable plaga de 1954, se inició una nueva táctica, la de la lucha química. Este fue el método definitivo que consiguió, al menos, plantar cara al insaciable enemigo. En 1988, en medio de una oleada de langosta sobre Canarias, un artículo de Antonio Cruz en ABC dice: “La Consejería ha habilitado todos los dispositivos para hacer frente a la plaga, y un helicóptero sobrevuela toda la franja del sureste de la isla para realizar las fumigaciones”.
El último día de las Jornadas comenzó con la ponencia del escritor y técnico en Cultura, Pedro Franco López, que habló sobre “Tomates y Turismo”.
El escritor bosquejó su infancia en torno a los cultivos de tomates en el sur de la isla y refirió cómo la actividad transformó la geografía de esta zona de Gran Canaria.
Paralelamente al cultivo del tomate, si bien los turistas comenzaron a llegar a comienzos del siglo XX, a partir de los años 60 del pasado siglo fue cuando despuntó la industria turística que trajo aparejada la construcción que necesitaba de una mano de obra importante.
En este momento se produjo un pulso importante entre el tomate y el turismo que motivó la pérdida de mano de obra del primero en favor del segundo, que ofrecía mejores condiciones y la posibilidad de continuar en los servicios, explicó Pedro Franco.
La última ponencia estuvo a cargo de la doctora en Sociología Rosa María Henríquez Rodríguez, que realizó una aproximación a la participación de las mujeres en el cultivo del tomate en aparcería.
Los contratos de aparcería no solo vinculaban al contratado sino al conjunto de la familia, aunque, legalmente, la consideración de trabajador solo la tenía quien firmaba, normalmente el cabeza de familia. Sin embargo, las mujeres asumían buena parte de las obligaciones diarias del cultivo sin derechos laborales, explicó Henríquez.
Al ser un trabajo familiar, además de las mujeres los hijos, desde el mayor hasta el más pequeño, tenían que contribuir en el cultivo en la medida de sus posibilidades, sobre todo amarrando y recogiendo tomates.
En la década de los 80 del pasado siglo se produjo un cambio notable al lograr que las mujeres aparecieran como colaboradoras en los contratos, pudiendo sustituir al trabajador ‘oficial’ en caso de fallecimiento o invalidez, señaló Rosa María.
En la década de los 90 se produjo otra transformación, apareciendo las mujeres como las titulares de los contratos, llegando a representar el 75% de la mano de obra como titulares.
Cuando el cultivo del tomate se hacía con jornaleros, fundamentalmente se requerían mujeres, entre otras cosas también porque su salario era diferente, se les pagaba menos que a los hombres, por lo que la mano de obra era mucho más barata; algo que no ha cambiado mucho concluyó Henríquez.
La nueva Casa del Agricultor, ubicada en la antigua casa de Tomás Oliva en La Pardilla, fue el escenario de las Jornadas que finalizaron con una degustación de tomates canarios aportados por FEDEX y la actuación de la parranda El Cerrillal.