Es un derivado de las vacas, los caballos y de las gallinas. Ni pechuga ni chuleta. No son huevos, y tampoco es leche.
Un producto inimaginable, feo, pero feo, feo, y oloroso, que no huele a flores, precisamente. Pero, eso sí, es producto del esfuerzo diario de estos animales.
Un esfuerzo que tiene su recompensa, aunque ellos no la reciban, sino quienes lo comercializan, pues se vende a precio de oro.
Mucho más caro que cualquier otro producto que venga de ellos y sin crueldad animal de por medio. Un desperdicio, en suma, que no tiene desperdicio y que además nunca fue tan bien aprovechado.
En la etiqueta no hay imágenes del producto, pero encontramos un par de palabras en rojo y en mayúsculas que dejan patidifuso: “REAL SHIT”, y debajo, en plan irónico, un “Smell the diference”…
Además, atentos al detalle definitivo: la mosca interesada en buscar eso que anuncia la etiqueta, posada sobre la lata en la flamante imagen publicitaria del producto.
No es la primera vez que se venden heces, es algo más que obvio si pensamos en el estiércol, pero hay que reconocer que el marketing y el packaging son revolucionarios o, cuando menos, únicos e innovadores.
Además, se venden en el súper y Milán es la primera ciudad en comercializarla, en poner a la venta mierda en lata.
Fabrizio De André el alma mater de la iniciativa, explica cómo surgió la idea de vender caquitas orgánicas de animales de granja en la divertida página web del producto.
Y lo hace con un gran sentido del humor que no deja ser una inteligente crítica a la sociedad de m… en la que vivimos:
“Y, la verdad, de repente me di cuenta: mi vida era una mierda. “Usted vive en un apartamento de mierda en el suburbio shittiest de esta ciudad de mierda”, dijo una pequeña voz en mi cabeza. Esa mañana comprendí dos cosas: yo estaba necesitando desesperadamente cambiar mi vida y al parecer tenía un talento para la mierda.”
¿Pero, con qué objetivo? Sigue explicando su ingeniosa idea, y contesta a esta pregunta: “Del estiércol nacen flores … ¿Entonces por qué no ponerlo en tarros y venderlos? Y así terminó la caca en los supermercados“.
Abono a precio de oro
Actualmente se distribuye en Eataly Smeraldo, un supermercado de lujo fundado por Oscar Farinetti, en Milán. Y, como era lógico, el insólito laterío despierta mucha curiosidad pero poca gente pasa por caja con ellas. Son 750 gramos de “abono orgánico de primera calidad”, asegura la etiqueta, y el precio: ocho euros con noventa centavos.
Calidad extra, con grandes posibilidades de uso en jardines y huertos urbanos orgánicos, aunque más bien recuerda al cachondeo que se traía con el nombrecido Kaka de luxe, aquel grupo punk de los setenta, ahora considerado mítico. Su descripción casi podría ser la letra de una de sus canciones locas e irreverentes:
“Esta no es la mierda corriente. Usted obtendrá 750g de suciedad de alta clase, recogida directamente de la granja y envejecida durante seis meses como un puto viejo Whisky. Este material tiene suficiente nitrógeno, fósforo y potasio como para devolver a la vida cualquier planta urbana miserable. Dadle una oportunidad y después denme las gracias. O, mejor, den sus mejores agradecimientos a los caballos, vacas y gallinas, porque ellos están haciendo todo el trabajo.”
Fuera de bromas, la latita en cuestión se vende para algo tan práctico como abonar las plantas ornamentales o comestibles. “Es ideal para cultivar flores o tus propios alimentos“. Lo que no es tan práctico es el astronómico precio. Por lo demás, quién sabe si esto no es sólo el principio de un éxito…