Esta compleja mano robótica impresa en 3D no solo coge el tomate, sino que además lo siente.
La “robótica blanda” es una disciplina relativamente nueva que está ganando cada vez más interés, sobre todo porque su aplicación en ciertos ámbitos industriales y médicos es especialmente interesante.
Uno de esos robots, desarrollado por la Universidad de Cornell, ha demostrado ser capaz no solo de tocar y coger objetos, sino de “sentirlos”. Con unos dedos robóticos que analizan la textura del material, es capaz de aplicar más o menos fuerza para cogerlo o escogerlo.
Entre sus aplicaciones en el campo de la agricultura, destaca el poder seleccionar el tomate que está en su punto perfecto de madurez tras tocarlo.
La luz es el secreto
Este tipo de capacidad puede ser muy útil, por ejemplo, en almacenes de empaquetado en los que es necesario diferenciar la fruta en mejor estado de la que empieza a estar demasiado madura o demasiado verde para clasificarla.
Los nuevos desarrollos robóticos se basan en la conductividad de la luz. Huichan Zhao, la responsable de este prototipo de mano robótica “blanda” habla en su investigación de la presencia de sensores, tanto en la superficie como dentro de la mano para poder “acercar una mano robótica blanda a una mano humana”.
Las señales lumínicas viajan a través de unas pequeñas tuberías dentro de esos “dedos” robóticos, y cuando tocan algo, esas tuberías se doblan, haciendo que las señales de luz se distorsionen. Precisamente el análisis de esa distorsión permite emular la sensación de tacto en una mano robótica.
Los desarrolladores de este prototipo indican que este nuevo tipo de manos robóticas, basados en impulsos lumínicos, también logran abaratar la producción de este tipo de robots.
Se podría fabricar una mano robótica blanda por menos de 45 euros, aunque habría que sumar el coste de la batería y el tanque de compresión para controlar el aire comprimido que controla los dedos robóticos.