LA URNA ESTÁ FABRICADA CON MATERIALES BIODEGRADABLES.
Parece un simple vaso desechable con un hombrecito dentro, pero en realidad se trata de una urna funeraria con una semilla de árbol en el interior. Es una manera ecológica de almacenar y transformar nuestros restos morturorios en algo vivo, según su creador.
La “Urna Bios” es un proyecto que reintegra al hombre en el ciclo de vida natural, es un ritual laico de regeneración y vuelta a la naturaleza. Bios es una urna funeraria fabricada con materiales biodegradables: cáscara de coco, turba compactada y celulosa. En su interior contiene la semilla de un árbol que se puede sustituir por otra semilla, brote o planta adecuada al lugar elegido. Cuando la urna se planta, la semilla germina y comienza a crecer.
Su creador, Gerard Moline, un diseñador español utilizó la urna Bios como proyecto de fin de carrera. Según Moline, lo que se pretende es “cambiar el ritual funerario de conservación por uno de transformación, ecológico y laico”.
Bios ha sido fabricada por los internos del centro penitenciario de Cataluña impulsados por el CIRE, Centro de Iniciativas para la Reinserción.
Una vez enterrada, en un tiempo medio de tres meses, la urna se habrá desintegrado, y quedarán las cenizas y semillas. Los cementerios pueden convertirse en auténticos jardines ya que no se considera una iniciativa solo para personas.
Se espera que se utilice también para enterrar a animales, normalmente nuestras mascotas. El famoso gor¡la, Copito de Nieve, fue enterrado en una urna Bios y ahora se está transformando en un Calodendrum Capense, un árbol africano, en el zoo de Barcelona.
La encina que contiene inicialmente la urna, se sustituye por las cenizas y otra semilla. Se puede elegir el tipo de árbol que se quiere plantar en la urna, y el cuidado del árbol es responsabilidad de los familiares y amigos del fallecido.
Hay quienes han propuesto la creación de olivares y otras fincas destinadas al cultivo de frutales a partir de la Urna Bios. Algunos municipios se están planteando la creación de zonas ajardinadas a partir del invento.
Su precio medio es de 70 euros, pero podemos encontrar otras urnas biodegradables por unos 30 euros.
Pero no ésta la única posibilidad de colaborar con el planeta tras la muerte. Por un poquito más, entre 3.600 y 11.500 euros, encontramos otras formas de regeneración mucho más vanguardistas: convertir al fallecido en diamante.
Esta es una iniciativa de la empresa catalana “Algordanza Ibérica”, que ha encontrado la manera de convertir las cenizas en un diamante de hasta 3 quilates. El precio dependerá del quilate del diamante, que será más barato cuanto menor sea. El mínimo es de 0,30 quilates (3.600 €) y 11.500 € costarán los diamantes de 1 quilate.
Las cenizas se transportarían a Suiza, al laboratorio de Algordanza Ibérica, donde serían analizadas y se les extraería el carbono para convertirlo en una joya. Después, se le entrega a la familia junto con un análisis químico de las características de las cenizas y un certificado del Instituto Gemológico Suizo. También tendrán la posibilidad de hacer un grabado en el diamante con láser.
Sin embargo, la moda de los ataúdes ecológicos están ganando muchos adeptos. No solo porque eviitan la contaminación ambiental de los féretros convencionales, sino que, además, permiten un gran ahorro económico.
Así, en los países anglosajones, la funeraria Natural Death Centre ofrece “eco-féretros” hechos de madera con certificación ecológica “FSC”, de cartón reciclado, de bambú y de otras fibras vegetales sin ningún tratamiento de barniz ni elemento metálico o sintético tóxico alguno.
Los modelos y materiales de este tipo de ataúdes son variados. La empresa Somerset Willow los fabrica con mimbres, y en 5 años ha aumentado su producción desde uno al mes hasta veinte por semana.
La empresa Ecopod, además de diseñar eco-féretros de papel reciclado, ha lanzado una “semilla-ataúd”. El sarcófago biodegradable, en forma de vaina y su contenido, acaba generando vida en la tierra. Algo similar ofrece Capsulamundi, un proyecto italiano que consiste en un recipiente reciclado en forma de semilla para que alimente un árbol.
La empresa española Restbox fabrica ataúdes de cartón reciclable. Según sus responsables, el árbol necesario para hacer un ataúd convencional permite hacer 100 ataúdes de cartón. De esta forma, se contribuye a reducir la reforestación provocada por este sector: En Europa se talan anualmente un millón de árboles para fabricar ataúdes. Asimismo, las piezas plásticas que lleva son biodegradables, y evita el uso de los adhesivos, aditivos o metales de los ataúdes convencionales, nocivos para el medio ambiente.
Parece que esto acaba de empezar.