PREPARA UNA ORDEN QUE OBLIGARÁ A LA SUELTA DE FAUNA AUXILIAR POR PARTE DE TODOS LOS PRODUCTORES.
El control biológico de plagas en Almería ha pasado de 800 a 25.000 hectáreas en los últimos siete años, un avance que ha permitido cumplir las exigencias de los mercados en cuanto a baja presencia de residuos fitosanitarios.
En esa línea, la nueva normativa sobre uso sostenible de fitosanitarios (Real Decreto 1311/2012) obliga a todos los agricultores de España a desarrollar una gestión integrada de plagas, es decir, a complementar la lucha química con otros métodos de control.
En el caso andaluz, el gobierno regional promulgará además una orden propia que obligará al uso del control biológico en todos los invernaderos.
La expansión del control biológico, unida al uso de productos fitosanitarios compatibles, se enfrenta, no obstante, a una serie de retos de futuro.
En una jornada sobre lucha biológica celebrada esta primavera por Cajamar y Coexphal, los ponentes plantearon cuestiones como la aparición de plagas secundarias, para las que no existe por el momento control biológico, o la propagación de nuevas virosis, que rebajan la tolerancia del agricultor a la presencia de insectos vectores en su invernadero.
Devolver al agricultor la confianza en la eficacia de la suelta de fauna constituye uno de los retos planteados por los investigadores en las jornadas. En ese sentido, se presentaron trabajos que parecen desmontar el temor de los productores a que el uso de la fauna auxiliar contribuya a una expansión de las virosis en los cultivos.
Los ensayos de la empresa BioNostrum indican que los cambios de conducta de las plagas de trips y pulgones, tendentes a la huída de sus depredadores, no sólo no aumentan la propagación de virosis (TSWV, CMV y CABYV) sino que incluso la reducen en caso de virosis que para transmitirse necesitan de una presencia continuada de los vectores.
En los últimos años, la suelta de fauna auxiliar se enfrenta también a estrategias alternativas, como el uso de fitofortificantes, productos que garantizan el cumplimiento de los requisitos de residuos del mercado.
Sin embargo, los agricultores se han acostumbrado a usar sólo unas pocas especies de insectos auxiliares, aspectos por los que el sector de los insectos auxiliares calcula que el valor de los enemigos naturales comercializados se ha reducido en un tercio en relación a 2007, lo que se considera que desincentiva la investigación en nuevos enemigos naturales.
La compabitilidad de fitofortificantes y estrategias de lucha biológica constituye otra cuestión que en el sector investigador se considera escasamente abordada, ya que no hay normativa que obligue a testar los efectos de los fitofortificantes sobre la fauna auxiliar. La única vía de avanzar en esta cuestión pasaría entonces por ensayos voluntarios por parte de las empresas.
Algunas de las investigaciones en marcha en control biológico exploran el campo de la comunicación entre plantas, entre plantas e insectos fitófagos, entre plantas y enemigos naturales de sus plagas, y de los insectos entre sí.
Por ejemplo, un investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), Alberto Urbaneja, ha analizado cómo las picaduras en tomate de Nesidiocorosis tenuis, lejos de ser perjudiciales para el cultivo cuando son moderadas, inducen en la planta de tomate unos mecanismos de defensa relacionados con la emisión de compuestos volátiles (ácido abscísico y ácido jasmónico) que repelen a la mosca blanca y que atraen a depredadoras de la misma, como Encarsia Formosa.
Esos compuestos volátiles también pueden ser detectados por plantas próximas, lo que contribuye a activar sus mecanismos de autodefensa antes de que se produzca el ataque.
Entre las estrategias que se plantean para mejorar la lucha biológica, figura el establecimiento de barreras fitosanitarias entre invernaderos en forma de setos de vegetación autóctona. La creación de corredores verdes puede contribuir al establecimiento de artrópodos, reptiles o pájaros que combatan las plagas.
Una investigadora del CSIC de Granada, Estefanía Rodríguez, expuso en las jornadas las posibilidades de los setos y apuntó la necesidad de seguir estudiando sus beneficios, ya que conviene proceder principalmente a acciones que aumenten la presencia de especies beneficiosas, no sólo a aumentar la biodiversidad en sí.