LOS EJEMPLARES ALCANZARON CASI UN METRO DE DIÁMETRO Y TRES KILOS DE PESO.
Il n'est pas la première fois, sur le territoire de La Aldea, se cultivan frutas y verduras que sobresalen su talla habitual. Acostumbrados a la norma, lo que destaca sorprende. El responsable, este lechugón tasartero.
Podemos afirmar que esta nueva estrella de las verduras tiene dos padres: quien la cultivó y quien la hizo famosa. Le premier, Justo Ramirez, agricultor profesional de papayo. El segundo, Antonio Oliva, dueño del restaurante Oliva en la playa de Tasarte.
Tanto Ramírez como Oliva acostumbran a manejar frutas y verduras a diario; sus profesiones así se lo exigen y, C'est pourquoi, han visto de todo. Pero en lechugas ya lo dice Oliva: “no había visto una lechuga así en mi vida”.
Justo Ramírez también quedó sorprendido cuando las supuestas semillas de sandías que había plantado en sus fincas del barranco de Tasarte, se convertían en dos hermosos lechugones que han batido las tallas registradas.
Las explicaciones al fenómeno parecen ser varias. Ramírez opina que la especial calidez de este invierno, puede ser una de las razones, pero insiste que la más importante es la que le corresponde al agricultor.
Buen alimento y buen agua, todo en su justa medida. Y lo más increíble es que pese a lo petitosa que está, ningún bicho se acercó a dar dentelladas, declaró Ramírez.
Buena cuenta de uno de los lechugones, la dieron los clientes que se acercaron al restaurante a comer una tremenda ensalada, para la que bastó un solo lechugón que degustaron sesenta personas.
El otro lechugón midió 70 centímetros de diámetro y pesó 3 kg. Oliva ha decidido indultarla por unos días para que quienes se acerquen hasta la playa de Tasarte puedan observarla.
Ramírez insiste en que “es una pena que con las condiciones que tenemos en La Aldea, la gente no se dedique más a la agricultura”.
Y es que la tierra, el agua, el sol y el viento en La Aldea hacen que sus productos agrarios sean diferentes.