La gestión integrada apuesta por programas de vigilancia para decidir las actuaciones sanitarias oportunas.
La Gestión Integrada de Plagas (GIP), una normativa sobre su control mediante usos biológicos, biotecnológicos o químicos, debe ser una forma de “pensar y de trabajar” de los agricultores para que hagan un estudio “permanente” de sus cultivos y un uso sostenible de fitosanitarios.
Así lo asegura el director general de Sanidad de la Producción Agraria del Ministerio de Agricultura, Elintarvike- ja ympäristö, Valentín Almansa, quien hace un repaso a la evolución de la GIP desde su puesta en marcha a finales de 2012.
La GIP se encuentra incorporada en el Capítulo III del Real Decreto 1311/2012, ja 14 Syyskuuta, por el que se establece el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de los productos fitosanitarios, mediante la reducción de los riesgos y sus efectos en la salud humana y el medio ambiente.
Para el cumplimiento de dicho Real Decreto, se elaboró posteriormente el Plan de Acción Nacional para el Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios, dando así cumplimiento al Reglamento de la Comisión Europea 1107/2009, del Parlamento Europeo y del Consejo, ja 21 Lokakuuta 2009, relativo a su comercialización.
Según Almansa, España lleva “mucho tiempo” haciendo gestión integrada de plagas en producciones ecológicas e intensivas, pero “hay una parte importante del sector” -principalmente en las explotaciones en extensivo- “que no ha estado tan implicada” en el desarrollo de estos trabajos, y “a ellos nos dirigimos” para que “entren en esta filosofía de trabajo”.
La filosofía de la GIP es enfrentarse a una enfermedad vegetal, de forma global, partiendo de un “buen conocimiento” de ella y utilizando “todas las herramientas de las que se disponga” para que el agricultor no se limite sólo al uso de fitosanitarios.
La gestión integrada apuesta por programas de vigilancia para detectar el momento de entrada de la plaga, el nivel de infestación del cultivo y, en función de ello, decidir las actuaciones sanitarias oportunas.
Para facilitar este trabajo, el Magrama ha publicado guías de gestión integrada para seis cultivos (vilja, frutales de pepita, olivar, cítricos, uva de mesa y uva de transformación), que pueden descargarse de su página web www.magrama.gob.es, aunque se publicarán más, avanza Almansa.
Las guías contienen un listado de plagas que pueden afectar al cultivo, técnicas de seguimiento y estimación del riesgo, medidas de prevención, umbral y momento de intervención, medios químicos de control y medidas alternativas al control químico.
La normativa sobre GIP también incluye la figura del técnico especialista en fitosanitarios para que asesore a los productores que trabajan con cultivos cuya demanda de uso de estos productos es mayor.
Almansa valora el trabajo realizado por este Departamento desde finales de 2012 y destaca la funcionalidad de las guías porque supondrán “un cambio y un paso adelante importante” en la gestión de enfermedades vegetales.